CÓMO FUE LEOŠ JANÁČEK
Escuela de Hukvaldy donde nació Janáček el 3 de julio de 1854 © Museo Regional Moravo
Al pensar en la personalidad de Janáček, debemos retroceder a su infancia. Janáček nació en pleno siglo XIX, en una familia de maestros en la población norte-morava de Hukvaldy. Lo que no supondría encontrarse en una situación tan desesperada si su padre no enseñara en una región especialmente pobre. Una pésima situación social, tocando la pobreza, fue todavía más acusada sobre todo por el gran número de niños y la progresiva enfermedad de su único sostenedor, el padre Jiří Janáček. En el caso de Leoš, la escasez de recursos para la educación fue resuelta por su partida a la fundación del monasterio agustino de la Ciudad Vieja de Brno.
Al menos al principio, para él debió ser bastante duro el sentirse, como niño de once años, separado de su familia y en un entorno forastero y no completamente amigable. Es preciso advertir que, a su vez, ese entorno fue exclusivamente masculino. Niños de la caridad, monjes, compañeros y maestros -sin la influencia ni el contrapeso del amor maternal o al menos el contacto con las hermanas. Poco después de la llegada de Janáček a Brno murió su padre, la única autoridad de su infancia. Ahí deberíamos buscar probablemente los orígenes de los esfuerzos de Janáček a lo largo de toda su vida por empatizar y entender la psique femenina, y también su complicada relación personal hacia las mujeres.
Aunque fue un estudiante más bien mediocre, su estrella empezó a brillar inmediatamente al terminar los estudios en el brunense instituto eslavo para la educación de maestros. Su reputación en la sociedad minorita checa brunense siguió creciendo y, para inicios de los años 80 del siglo XIX, alcanzó un ascenso social significante. Durante diez años, cambió mucho en la posición inicial de Janáček como cantante pobre en la fundación de los agustinos de la Ciudad Vieja de Brno.
A los dieciocho años, en 1872, obtuvo la plaza de director asistente del coro de la basílica de la Asunción de la Virgen María en la Ciudad Vieja de Brno, y desde el año 1876 trabajó como maestro de música en el instituto de maestros. También impartió clases por poco tiempo en el instituto checo para la educación de las mujeres en Brno, y enseñó canto en el instituto checo brunense. Además de su actividad pedagógica, fue activo como director de coro: desde el año 1873 en la Sociedad de Artesanos Svatopluk, y desde 1876 en la Sociedad Filarmónica Beseda brunense, el conjunto musical checo más importante en Moravia. Como director de coro y de orquesta, Janáček introdujo la tradición de conciertos vocales y orquestales en el Brno checo, los cuales hasta el momento fueron únicamente dominio de la mayoritaria sociedad alemana. Fue activo también como virtuoso pianista y organizador de conciertos de cámara y sinfónicos. No está de más recordar que precisamente la actividad societaria permitió al joven Janáček conseguir importantes conexiones en la élite checa brunense.
Zdeňka Janáčková en 1892 © Museo Regional Moravo
También le ayudó socialmente la boda en 1881 con Zdeňka Schulzová, hija del director del instituto de maestros Emilian Schulz. Y además, Janáček empezó a imponerse también como compositor, especialmente en el campo de la música coral. Si añadimos todavía a todas sus actividades la fundación de la escuela de órgano en 1881 -la cual bajo la dirección de Janáček se perfiló pronto como escuela de formación profesional delantera en Moravia-, igual que la edición de Hudební listy, es comprensible que Janáček fuese a mitad de los años 80 una personalidad cultural reconocida y prominente en su Brno, sobre quien se supo incluso más allá de las fronteras de la región. Ello es seña de sus excelentes capacidades organizativas y artísticas, así como también de la enorme ambición que podemos hallar en el joven Janáček.
No obstante, de momento no fue reconocido como compositor. Eso vino después del estreno brunense de Jenůfa en 1904. Sin embargo, solo podemos hacer conjeturas de hasta qué punto se trató de un reconocimiento real. La tempestuosa recepción de la ópera fue, en cierta medida, una manifestación de la música "morava" frente a la rechazante Praga. Mas Brno en realidad no manifestó un gran interés en Janáček como compositor: fue comprendido continuamente más bien como director de la escuela de órgano y como un estrafalario dedicado a la composición, y por ello es evidente que, en el Teatro Nacional Checo brunense y hasta el año 1916, Jenůfa apareció solamente en escena dieciocho veces. Janáček, en cierta medida, dejó de tener fe en sí mismo como compositor. Esto fue debido especialmente a los reiterados rechazos de parte de los círculos artísticos praguenses. Fue percibido como un ambicioso excéntrico quien, en esencia, menosprecia la obra del compositor nacional Bedřich Smetana y por contra admira sin espíritu crítico al "hombre de mundo" Antonín Dvořák, cuya posición en la sociedad checa fue en esta época considerablemente no unívoca y problemática. Con ello se puso en contra a importantes personalidades de la escena musical praguense encabezadas por Zdeňek Nejedlý. No es de extrañar que en Praga, hasta el año 1916 -cuando Jenůfa tuvo su exitoso estreno en el entonces Teatro Nacional-, la obra de Janáček fuese en esencia ignorada, incluso caricaturizada. Por este hecho, Janáček seguramente tuvo complejo, como se deduce de una carta después del estreno praguense de junio de 1916 en la que escribe:
No creí que nadie se diera cuenta de algo. Estaba afligido -mis propios alumnos ya me empezaron a dar consejos sobre cómo componer, sobre cómo hablar con la orquesta.
De una carta a Josef Bohuslav Foerster (24-6-1916)
En efecto, la verdadera autoconfianza y el reconocimiento de toda la sociedad se manifestaron esencialmente después del estreno de Jenůfa en la Ópera de la Corte de Viena en 1918 y después de que Max Brod abogara por la obra de Janáček.
Anotaciones de Janáček introducidas en su ejemplar de "Lehre von den Tonempfindungen als physiologische Grundlage für die Theorie der Musik" de Helmholtz © Museo Regional Moravo
El siguiente aspecto importante en la personalidad de Janáček fue su excepcional formación. A los veinte años se leyó y estudió la para él importante estética formal de Josef Durdík, que influyó mucho en su actitud y le abrió las puertas hacia la literatura especializada, tanto estética, psicológica, lingüística, etnográfica, teórico-musical o filosófica. En la biblioteca de Janáček, formada por cientos de volúmenes, aparte de narrativa encontramos libros como Lehre von den Tonempfindungen als physiologische Grundlage für die Theorie der Musik de Helmholtz, Základové konkretní logiky. Třídění a soustava věd de Masaryk, Grundzüge der physiologischen Psychologie de Wundt, Allgemeine Aesthetik als Formwissenschaft de Zimmermann, Harmonielehre de Schönberg o muchos tratados de Hugo Riemann, Otakar Hostinský y Zdeňek Nejedlý. La mayoría de los libros están, al mismo tiempo, anotados minuciosamente por Janáček, lo que demuestra que fueron leídos. Con eso está relacionado también el equipamiento lingüístico de Janáček -habló estupendamente alemán, correctamente ruso y en su juventud aprendió francés.
Ciertamente, no poca importancia tiene también el pensamiento religioso, político y nacional de Janáček. La relación del compositor hacia Dios no la vamos a comentar, pero se puede evidenciar su disposición hacia la Iglesia. Aunque fue educado en el monasterio, dirigió diez años el coro de la Ciudad Vieja de Brno y como niño vivió entusiasmadamente el característico culto de Cirilo y Metodio para Moravia, no fue católico practicante y su postura hacia la Iglesia fue fría. Lo podemos demostrar con la siguiente cita de Janáček:
El órgano es el instrumento musical más insensible; por ello grita en las iglesias.
De una carta a Jindřich Cenk (31-10-1926)
Sobre las opiniones políticas de Janáček no estamos ampliamente informados. Sabemos solo que, en los años 20, fue por poco tiempo miembro de la Democracia Nacional Checoslovaca, de la cual se apartó debido a sus posturas en contra de los ideales de Masaryk el año 1927. Son más conocidas sus posturas étnicas, que suelen ser percibidas como fuertemente nacionalistas. Sin embargo, eso no responde al contexto de la época. Ante todo es preciso darse cuenta de que Janáček es afín a Masaryk por generación, y con él comparte la postura ideológica en la comprensión de las cuestiones humanitarias y étnicas. La afinidad con las naciones eslavas y la cautela ante la cuestión pangermánica estuvieron en la segunda mitad del siglo XIX simplemente a la orden del día. Janáček, en la cuestión alemana, fue intransigente. Y no es de extrañar. Esto fue así por sus experiencias de Brno, donde vivió la mayoría alemana.
La tensión entre las nacionalidades checa y alemana fue evidente en Brno ya desde la segunda mitad del siglo XIX, cuando en la ciudad se empezó a poner en marcha el proceso de emancipación de la minoría checa. Sin embargo, la culminación de la hostilidad entre las dos partes vino a inicios del siglo XX, especialmente en la cuestión del sistema educativo superior checo, defendido a toda costa por los alemanes brunenses. Los checos tuvieron en Brno sus calles con sus tiendas y cafeterías, y de la misma manera las tuvieron también los alemanes -aunque a éstas Janáček no entraba radicalmente. Incluso anunció que nunca entraría al Centro Alemán brunense, aunque allí fueran interpretados conciertos de primera calidad, y obviamente tampoco entró nunca.
Max Brod (1884-1968) © Museo Regional Moravo
La situación se calmó solo después de los tiempos críticos políticamente relacionados con el 28 de octubre de 1918 y después de la entrega del Teatro Municipal Alemán (hoy Mahen) al Teatro Nacional Checo a mediados del año 1919, en la cual Janáček participó activamente. Su en ocasiones erróneamente interpretada actitud crítica antialemana fue manifestada entonces debido a las malas experiencias con las condiciones étnicas brunenses.
Por otra parte, es preciso recordar que el escritor alemán Max Brod fue su gran amigo y propagador, y que su principal editora fue la editoral vienesa Universal Edition.
Otro aspecto fue la empatía social de Janáček. Junto a las posturas humanísticas que de alguna manera pertenecieron a la buena educación de la élite intelectual checa, en Janáček podemos observar un indudable compromiso emocional hacia los oprimidos socialmente, desde varias perspectivas. Eso es debido ciertamente al interés de Janáček en la psicología e incluso al obsesivo registro de las llamadas melodías del habla, las cuales son en muchos casos y de facto registros fonéticos de situaciones emocionalmente tensas, la mayoría de las veces de gentes comunes. De este modo, Janáček buscó posibilidades de cómo adentrarse en la superficie de la psique humana. Aquí es importante su motivación -por lo tanto, interés- en el hombre como individualidad única y en el estudio de los momentos emocionalmente fuertes. Por cierto, aquí también hallamos en parte una respuesta a la pregunta acerca de la inclinación de Janáček hacia la literatura rusa. La "rusofilia" de Janáček está limitada en esencia únicamente al conocimiento de la lengua y la admiración por la literatura rusa. El hecho de que incida sobre todo en la obra de Dostoievski, Ostrovski y Tolstoi es justamente muestra de su interés en los caracteres humanos y en la psicología del individuo. Este interés solo subraya sus actitudes humanitarias en la sociedad de entonces (recordemos al menos la obra de Masaryk sobre Dostoievski).
Olga Janáčková en 1899 © Museo Regional Moravo
La segunda razón de una mayor empatía de Janáček con la gente afligida por el destino fue la experiencia personal de una infancia emocionalmente empobrecida y, sobre todo, la tragedia personal de la pérdida de sus dos hijos. Este hecho afectó profundamente a Janáček. Su hijito Vladimír murió a los dos años, su hija Olga a los veintiuno. Después de la muerte de Vladimír, Janáček se aferró completamente a su única hija viviente, Olga. Este vínculo se vio fortalecido por los problemas de salud de Olga. Para Janáček, Olga se convirtió sin lugar a dudas en la única certeza y también en el único sentido de su vida. Justo después de su fallecimiento, observamos en Janáček una mayor sensibilidad hacia las tragedias personales de la gente a su alrededor, así como también el reflejo de este hecho en su obra.
Al mismo tiempo, sin embargo, en Janáček observamos que probablemente tuvo dificultad en el establecimiento de profundas amistades y relaciones emocionalmente comprometidas. El único amigo verdadero en la vida del compositor, el compañero de clase y colega del instituto de maestros, Berthold Žalud, murió joven, y con él desapareció también el amigo cercano en quien el compositor confió absolutamente y con quien solía tener sus confidencias. Janáček tuvo muchos conocidos y amigos durante su vida, pero ya no encontró un amigo personal cercano. Mantuvo contacto esencialmente solo con sus antiguos compañeros de clase. No fue tampoco su mujer Zdeňka la persona con quien tuviese confidencias y a quien mostrara sus sentimientos. Solo su última musa, Kamila Stösslová, llegaría a ser una persona tan cercana para él y en quien se conciliarían las posiciones de amigo fiel y ser amado.
Y créame, Kamila, que para mí no hubieron días más bellos en mi vida como esos varios pasados junto a usted. Sentí una pura amistad, se manifestó sencilla y cordialmente. Usted fue como una ventana abierta a través de la cual pudo verse todo tal y como es. No me restó otra cosa con que ocultarme, tranquilidad, y así de agradable para el alma. [...] De ahí que en usted y entre nosotros se manifestara la sonrisa en los labios y en la cara. Me hallé entre la gente buena, y por ello tengo estos recuerdos así con tanto gusto, y por eso me complace tanto tenerla a usted. Mi vida es más triste, más desordenada, y en consecuencia la amarro con mi propio "arte", la cosecho, la imagino poéticamente de manera más soportable. ¿Quién sabe si el destino nos ha unido tan estrechamente, si me sería imprescindible ese arte, si se haría oír en absoluto en mí? ¿Y si en sus ojos, que miran tan sinceramente, no residiese para mí todo el mundo?
De una carta a Kamila Stösslová (20-8-1924)
Como conclusión, quizás todavía un tema no relacionado directamente con lo tratado anteriormente que, sin embargo, tiene mucho que aportar. Se trata del asunto económico. Janáček fue bastante solvente económicamente como maestro desde los años 80, pero no se convirtió en un acomodado hasta después del año 1920 como profesor de la escuela magistral del conservatorio de Praga y, sobre todo, gracias a los derechos de autor. Sin embargo, siempre fue humilde en la parte económica y, en cuanto le fue posible, ayudó a la familia y también a los amigos. En su propia opinión, fue muy cauto gastando dinero, y ello incluso no teniendo sucesores directos ni herederos. En realidad, sin embargo, su ingenuidad mercantil fue aprovechada incorrectamente por todo su entorno, desde su familia y conocidos, hasta el matrimonio Stössl. Muchas de las cosas que adquirió como recomendación de "buena compra" resultaron ser, después de su muerte, más o menos baratijas sin valor o inmuebles y terrenos sobrevalorados.
Leoš Janáček en 1923 © Museo Regional Moravo
Deberíamos presentar todavía toda una serie de características de este tipo para que fuese posible, al menos aproximadamente, configurar el mosaico de la personalidad de Janáček. Aun así, al menos podemos constatar esto: Janáček fue muy inteligente, culto, trabajador, ambicioso, hábil organizativamente y emocionalmente constituido, pero con limitada capacidad para mostrar su sensibilidad. A partir de los recuerdos, podemos decir que fue colérico e intransigente, y por otras fuentes, que fue capaz incluso de ciertos compromisos. Supo ser bromista y complaciente en lo comunicativo, pero a menudo también explosivo y brusco. No permitía que nadie se le acercara demasiado, conque también fue cerrado y en considerable medida un hombre solitario. A duras penas se identificaba con el asunto de la muerte humana; para él, esta cuestión simplemente la borró de su vida e intentó no hablar nunca de ella. No fue excesivamente generoso. No pudo perdonar a la gente que se cruzó en su camino, e igualmente no conoció demasiado el concepto de gratitud. Por otra parte, fue muy sensible hacia los sufrimientos e infortunios humanos. Podría decirse que, en general, el carácter de su personalidad no fue de ninguna manera excepcional. Pero en una cosa se distinguió: en la capacidad para escribir una música que forma parte de lo mejor que produjo no solo el siglo XX.
Autor del texto: Jiří Zahrádka. Tomado de la publicación Compositores checos famosos, editada por el Museo Nacional de Praga en 2020.