CÓMO CREÓ JANÁČEK
INSPIRACIÓN
El concepto de inspiración es, en el caso de Leoš Janáček, un poco engañoso, pues el lenguaje musical del compositor está inseparablemente unido a su pensamiento en el amplio sentido de la palabra, y es así testimonio directo sobre su visión del mundo, sus valores, etc. Sin embargo, algunos factores tienen para su obra un significado más esencial.
Leoš Janáček con miembros de la Comisión de Trabajo para la Canción Nacional Checa de Moravia y Silesia, en Strání (1906) © Museo Regional Moravo
Él mismo conectó las raíces de su música -al igual que Béla Bartók, de una generación más joven- con la música popular, que estudió y recolectó. Este interés suyo empezó a manifestarse probablemente en torno al año 1888, y se mantuvo prácticamente hasta el final de su vida. Janáček fue un destacado organizador de recolecciones de canciones y danzas populares, y colaboró también con la Academia de las Ciencias, fue presidente de la Comisión de Trabajo para la Canción Nacional Checa en Moravia y Silesia, y participó así en el proyecto Das Volkslied in Österreich. No solo anotaba las canciones, sino que también las registraba con el fonógrafo. Fue coautor de varias colecciones, de las cuales las más fundamentales son las Canciones nacionales moravas nuevamente recopiladas que fueron presentadas públicamente junto con František Bartoš en 1901. Fue especialmente en los inicios cuando la música popular influyó más intensamente en la obra musical de Janáček, en el momento en que en él aparece la obra reaccionaria, la estilización, pero también por ejemplo los acompañamientos compuestos para canciones. Recordemos las Danzas de Valaquia, el ballet Rákoš Rákoczy, la ópera El comienzo de un romance o la Poesía popular morava en canciones.
La relación hacia la cultura rusa fue también importante para Janáček. Ésta fue dada por las tendencias paneslavas contemporáneas de los intelectuales checos, y eso especialmente en el mayoritario Brno alemán. En 1869, cuando actuó en las producciones musicales en ocasión de las celebraciones del 1.000º aniversario de la muerte de San Cirilo, el ya catorceañero Janáček ardió por la causa eslava y aguardó casi en éxtasis las festividades de Velehrad, para las que logró de su tío Jan Janáček un vestido eslavo hecho de "lienzo ruso". Podemos observar una relación más estrecha hacia la cultura y la lengua rusas -que se transformaría en una entusiasta rusofilia- desde inicios de los años 70. El joven Leo usó la forma rusa del nombre León (Lev), a lo que se añadió, probablemente hacia el año 1873, el interés sobre la lengua y literatura rusas. En el primer año de su ejercicio como director de coro en la Beseda brunense en el año 1876, interpretó su melodrama para recitación y orquesta sobre el poema "Muerte" de Lermontov. A ello se une la amistad con Antonín Dvořák, marcadamente orientado hacia lo eslavo, al igual que la admiración por el pianista Anton Rubinstein y el deseo por estudiar con él. También admiró la obra de Chaikovski. Janáček demostró su rusofilia también mediante la elección de los nombres de sus propios hijos: Olga y Vladimír. El interés de Janáček por Rusia se acentuó todavía más con la partida de su hermano František a Petrohrad, con quien mantuvo correspondencia en ruso y a quien visitó tres veces en Rusia. También mantuvo una estrecha vinculación con la asociación de enseñanza femenina Vesna que, sobre todo gracias a su director František Mareš, de orientación rusófila, solía comprar literatura rusa y después desde mitades de los años 90 organizó también cursos de ruso.
¡Querido hermano! ¡Te sorprenderás cuando recibas esta carta desde aquí! ¿Te visitó mi buen conocido, el director Mareš? Le di tu dirección. Nosotros hemos terminado solemnemente las fiestas Пушкиновою. Os saludamos a los dos.
Леошъ
Carta de Leoš Janáček a su hermano František en Petrohrad (9-6-1899)
Esta orientación de Vesna, que estuvo en la más estrecha conexión con la élite checa brunense, condujo el año 1898 a la fundación del Círculo Ruso. Naturalmente, también Leoš Janáček fue miembro fundador. Durante todo el periodo de existencia de la asociación, Janáček desempeñó distintas funciones en la junta directiva, y en los años 1909-1915 incluso fue su presidente. El Círculo Ruso declaró como su principal actividad la enseñanza de la lengua rusa con focos de atención como "ejercicios gramaticales, lectura de declamación, canto, periódicos, revistas, biblioteca, encuentros de miembros, tardes distendidas (de té), conferencias sobre gramática y literatura rusas, publicación de los pertinentes impresos y accesorios educativos" y, naturalmente y en párrafo aparte, "Las conversaciones sobre política están excluidas". Janáček se sintió satisfecho en el Círculo Ruso, supervisó la enseñanza, garantizó invitados para las conferencias, etc. Ciertamente y no por casualidad, la mayor parte de sus obras inspiradas en la literatura rusa se originaron justo en la decimoquinta temporada de funcionamiento de la asociación. Fueron el Trío para piano sobre motivos de La sonata a Kreutzer de Tolstoi (1908), más tarde reelaborado en el Cuarteto de cuerda nº 1 (1923), Cuento para violoncello y piano sobre el cuento del zar Berendei (1910-1913) de Zhukovski, o la rapsodia Taras Bulba (1915, 1918) sobre la novela homónima de Gogol. Obras dramático-musicales culminantes como la ópera Katia Kabanová (1920) sobre el drama La tormenta de Ostrovski o la ópera Desde la casa de los muertos sobre la novela de Fiódor Mijáilovich Dostoievski Memorias de la casa muerta están ya motivadas directamente más por su propio material que por la expresión de la rusofilia, la cual después de la guerra se desvaneció parcialmente en Janáček. La literatura rusa le llamó la atención no solo en su esencia argumental, sino también por su carácter realista y la elaborada psicología de los personajes participantes.
Para Janáček es fundamental también el aspecto social y su excepcional capacidad de empatía. Le impresionó fuertemente la injusticia social y reaccionó a la misma frecuentemente con obras muy intensas, como por ejemplo los coros sobre poemas de Petr Bezruč de los años 1906-1912, los cuales portan en sí rasgos del expresionismo.
No obstante, todo eso son más bien motivos que influenciaron el pensamiento del compositor, y con ello también su obra. La verdadera inspiración, o más bien el desencadenante de la percepción emocional necesaria en el Janáček creador, fueron las mujeres. Cuando el compositor estuvo enamorado o hechizado, su obra fue muy concentrada y se creó en poco tiempo. Donde tal donante emocional estuvo ausente, el trabajo tardó mucho más. Claro que eso no se puede afirmar al pie de la letra, ya que también otros factores influyeron naturalmente en la duración del origen de la obra. Es verdad que trabajó en Jenůfa ocho años, y en La excursión del señor Brouček a la Luna hasta nueve, a diferencia de la segunda parte de esta ópera, La excursión del señor Brouček al siglo XV, que compuso en nueve meses -en esa época sintió fascinación por la cantante y primera intérprete praguense de Kostelnička, Gabriela Horvátová. No tardó mucho más la composición de la ópera Destino, escrita con el deseo emocional hacia una veinte años más joven Kamila Urválková. Pero, sin lugar a dudas, la mujer más importante en la vida de Janáček (por supuesto a excepción de su esposa Zdenka) fue Kamila Stösslová. Alegre, no complicada, la veintiocho años más joven Kamila se convirtió desde el año 1917 en auténtica musa y compañera. La relación de Janáček hacia ella es una de las respuestas a la pregunta de su increíblemente "inmensa productiva vejez". Sin Kamila, a duras penas nos podemos imaginar Katia Kabanová, el Diario de un desaparecido o el Cuarteto de cuerda nº 2, «Cartas íntimas».
MELODÍAS DEL HABLA
Como amante de la literatura rusa, Janáček estuvo de parte del realismo, que le fue fundamentalmente cercano. Este principio lo aplicó también en el estudio del habla humana. Desde el año 1897 hasta el final de su vida, anotó en las más variadas situaciones fragmentos del habla humana, incluso con notación musical: son las llamadas melodías del habla. En más de treinta años se anotó varios miles de registros -en la calle, en el mercado, en el tren, en el parque, durante acontecimientos sociales, etc. Consideró las melodías del habla como "ventanas al alma humana".
Esta exploración del habla humana, unida al estudio de las corrientes modernas de la psicología, aporta a la obra de Janáček un detallado conocimiento de los caracteres humanos, de las situaciones y sus expresiones. Podría decirse que, para Janáček, la inspiración fue el ser humano, el individuo irrepetible, con su pensamiento, sus alegrías y sus penas, al cual estudió mediante la expresión hablada. Janáček no introdujo directamente en su obra las melodías del habla captadas, sino que fue la experiencia con ellas lo que le permitió describir musicalmente figuras de manera muy natural, no estilizada. Se trata entonces de una especie de autenticidad creativa, y es quizás por ello que su idioma musical nos es tan cercano y transparente en su contenido. También le interesaron las expresiones de los animales, especialmente de los pájaros, pero también la sonoridad de extraños objetos y fenómenos naturales. Las onomatopeyas de las expresiones animales son evidentes, por ejemplo, en la composición para piano "El mochuelo no se fue volando" del ciclo Por un sendero frondoso o en la partitura de La zorrita astuta.
Se conservaron varios miles de melodías del habla de Janáček y la mayoría de ellas contienen, aparte de la notación musical, también información básica en torno al objeto de observación y el contexto de la situación completa (fecha, lugar, edad, estatus social, descripción de la situación, estado mental y descripción del acontecimiento). Janáček estuvo convencido de que se trataba de un método científico serio, y es por ello que se hizo con uno de los llamados cronoscopios de Hipp a través de la Academia de las Ciencias, con el cual le fue posible medir exactamente períodos temporales, por ejemplo, la longitud de las palabras. Por eso las melodías del habla están marcadas también con esa información. En su testamento, Janáček legó una importante suma de dinero a la Universidad Masaryk con la condición de que en el campo universitario fuera fundada una especialidad que se dedicase a esa problemática, lo que sin embargo no ocurrió nunca. Desde el actual punto de vista, aunque tanto el método de Janáček como su misma ocurrencia fueron dignos de atención, no fueron científicamente objetivos. Y eso especialmente desde la perspectiva del propio registro del habla en la melodía, esto es, en forma de notación musical.
¿Melodías del habla? Para mí esa música que suena desde los instrumentos, desde la literatura, sea por ejemplo de Beethoven o de cualquier otro, contiene poca verdad. Sabe, fue de alguna manera insólito -cuando alguien me habló, yo tal vez no comprendí sus palabras, ¡sino que percibí la cadencia tonal! Al instante supe lo que había en él: llegué a saber cómo se sentía, si mentía, si estaba alterado; y si la persona habló conmigo, fue una conversación convencional -yo sentí, oí que esa persona por dentro tal vez estaba llorando. Los tonos, la cadencia tonal del habla humana y en absoluto de cada criatura viviente, contienen para mí la más profunda verdad. Y sabe, eso fue mi necesidad vital. Colecciono melodías del habla desde el año ochenta y nueve -de ellas tengo una enorme literatura-, y en lo que quisiera hacer hincapié: justamente para la música dramática eso tiene un gran significado.
De una entrevista para la revista Literární svět (1928)
¿Cómo sonarían las melodías del habla que Janáček compuso en las calles de Brno, en la reserva natural de Hukvaldy o en el tren?
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PROCESO CREATIVO
El procedimiento compositivo en Janáček no cambió demasiado inicialmente pero, con creciente éxito y por razones prácticas, debió hacer varias copias de composiciones individuales. Al componer, primero utilizó papel pautado impreso, que con el paso de los años sustituyó cada vez con más frecuencia por simple papel de oficina, sobre el cual hizo las líneas con rastrillos especiales, los llamados rastrum (un instrumento de cinco puntas destinado al dibujo de líneas paralelas del pentagrama). Escribió con una pluma con portaplumas y tinta negros.
Antes del propio trabajo, Janáček se escribía anotaciones en un cuaderno o en hojitas, y también determinaba, sobre todo en base a lo literario, la estructura de la obra (número de actos o partes), la cual sin embargo y a menudo no correspondía con la versión final. El texto para una ópera, que se adaptaba él mismo arreglando una obra teatral o narrativa, sería ajustado antes de la composición, pero lo seleccionaba y arreglaba definitivamente solo durante la composición.
Primero creaba el autógrafo, y al mismo tiempo encontramos muchas de las páginas anuladas o reelaboradas en las caras posteriores de los folios. Después de componer una sección de la composición más extensa (por ejemplo, un movimiento o un acto), hacía una primera revisión. Sucedía que, de ese modo, desaparecía quizás un tercio de las hojas de la versión original, pues Janáček fue capaz sin problema de olvidarse de secciones enteras de la composición en pro del desarrollo de la acción y el efecto del conjunto. Después de la conclusión completa del manuscrito de la obra y de la primera revisión de sus partes, hacía una revisión del conjunto. Luego entregaba el manuscrito al copista, quien hacía una primera copia destinada a Janáček, respectivamente al editor. No obstante, después a menudo el compositor todavía metía mano significativamente a la copia, especialmente a la instrumentación. Lo hacía en lápiz, que luego el copista perfilaba con tinta para borrar finalmente lo escrito a lápiz. En esta fase, se producía todavía una segunda copia de acuerdo con la primera, destinada al teatro que preparaba el estreno. De la segunda copia de la partitura se sacaban con posterioridad las partes orquestales y corales. Al contrario, de acuerdo con la primera copia se procuraba la reducción para piano. Después, a menudo se producían numerosos cambios y arreglos durante su primera puesta en escena y poco después de la misma. Janáček, en colaboración con el director de orquesta, terminaba de trabajar detalladamente la dinámica o la instrumentación. Los cambios los anotaba después en su (entonces primera) copia de la partitura en tinta roja, como sumario de los cambios frente a las partes orquestales. Después, Janáček repasaba meticulosamente su partitura una vez más y la enviaba al editor (en el caso de las óperas, a la vienesa Universal Edition). Al editor le enviaba luego sucesivamente más y más correcciones y retoques. Es por ello que, al final, a menudo difieren entre sí la primera y la segunda copia, la impresión o la copia destinada al editor. Para las correcciones de la preimpresión, Janáček ya fue más bien laxo, y solía dejar que se encargaran de ellas algunos de sus discípulos. Habitualmente, esto fue debido sobre todo a su intenso trabajo en la siguiente obra.
Autor del texto: Jiří Zahrádka. Tomado de la publicación Compositores checos famosos, editada por el Museo Nacional de Praga en 2020.